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martes, 14 de febrero de 2012

Buenos Aires, Argentina

LA REESTRUCTURACIÓN DE LA DEUDA SOBERANA

Por: Carolina Gil Posse *

Pensar en las responsabilidades compartidas de deudores y acreedores, acelerar los procesos de reestructuración para evitar costos sociales y crear un organismo internacional de quiebras que pueda construir un marco legal. Éstas son algunas de las conclusiones del seminario internacional “el eslabón perdido de la arquitectura financiera internacional” que se realizó en buenos aires, organizado por el banco mundial y el ministerio de economía argentino.
El objetivo del encuentro, del que participaron expertos internacionales, fue debatir acerca de las alternativas posibles para solucionar los problemas que se presentan en las reestructuraciones de las deudas soberanas.

El ejemplo de América Latina

Durante la apertura, la directora del Banco Mundial para Argentina, Paraguay y Uruguay, Penélope Brook, dijo que la crisis europea, que se ha transformado en una “tormenta perfecta”, combina aspectos económicos, políticos e institucionales que han creado un punto muerto que los líderes de continente procuran superar rápidamente. En este sentido, remarcó la posibilidad de aprender de las experiencias de los países de América Latina que, poniendo en práctica distintas políticas, lograron atravesar las crisis de las últimas dos décadas con crecimiento y estabilidad, algo que “ha generado admiración en el resto del mundo”.

Normas internacionales y organismo imparcial

Más tarde, el economista y premio Nobel de Economía en 2001, Joseph Stiglitz, propuso crear una organización de quiebras a nivel mundial que pueda establecer normas estándares para regular las disputas entre los países deudores y sus acreedores. De esa manera, aunque las normas no fueran vinculantes, ese organismo podría actuar como observador independiente de los intereses de las partes involucradas. “El Fondo Monetario Internacional tuvo una mentalidad determinada por los acreedores y, aunque está cambiando, su gobernanza sigue en manos de los países acreedores. No queremos que el Citibank sea el juez en un tribunal de quiebras. Queremos un juez más imparcial", reclamó.

“Pecado compartido”

A su turno, el ecuatoriano Augusto de la Torre, economista en jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, remarcó que mejorar la arquitectura financiera internacional no sólo es un tema técnico sino también político. Además, al igual que Stiglitz, sostuvo que es necesario contar con algún tipo de coordinación internacional para los casos de reestructuración de deuda, ya que la demora en la implementación de esos procesos tiene grandes costos sociales.

La vida después de la deuda

El ministro de Economía y vicepresidente electo de Argentina, Amado Boudou, dijo que “hay vida después de la deuda” y cuestionó el doble estándar con que se piensan los problemas de deuda, según quién sea el que paga y quién sea el que cobra. Además, criticó el papel que juegan las calificadoras de riesgo en el escenario internacional.
“¿Existía el sistema financiero antes de las calificadoras de riesgo? Claro que existía. ¿Era más o menos volátil que el sistema financiero que tenemos hoy? Claramente, era menos volátil. Sin embargo, parece que hay instituciones que no se pueden tocar en el mundo. Pueden caer los gobiernos, puede prohibírsele a la gente que vote para tomar una decisión en la cuna de la democracia. Sin embargo, no puede quitarse el rol de las calificadoras de riesgo en el sistema financiero internacional”, argumentó Boudou.

Reestructuración con crecimiento

A modo de cierre, el actual secretario de Finanzas argentino, Hernán Lorenzino —quien el próximo sábado asumirá como ministro de Economía del segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner—, remarcó que “no tiene sentido disociar un proceso de reestructuración de deuda soberana de las condiciones de sostenibilidad macroeconómicas”, es decir, de las posibilidades de esa economía para crear condiciones de crecimiento que se traduzcan en la generación de recursos “no sólo para poder cubrir los servicios derivados de esa potencial reestructuración, sino también para poder financiar la inversión que le dé sostenibilidad al proceso de crecimiento”.
A modo de ejemplo, Lorenzino citó el caso argentino: “El proceso de negociación, de oferta y fundamentalmente de concientización a los inversores y a la comunidad financiera partió de una premisa muy básica: yo voy a ofrecer algo que pueda pagar; para poder pagar, necesito crecer; y para poder crecer, necesito consolidar una estructura de pasivos que sea lógica con mi perspectiva de crecimiento. El crecimiento es la solución win-win para que un proceso de reestructuración de deuda termine generando los beneficios que se supone que de ambos lados se esperan”.
*Desde Buenos Aires-Argentina; periodista y licencia.

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